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Los cristianos, en vez de ser la levadura, la sal de la tierra, la luz del mundo, somos tan vulgares, estamos tan vulgarizados, como el resto de la vulgaridad. (Rovirosa, OC, T.V. 526)
Los discípulos del Señor son llamados a vivir como comunidad que sea sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,13-16). Son llamados a dar testimonio de una pertenencia evangelizadora de manera siempre nueva.70 ¡No nos dejemos robar la comunidad! (EG 92)