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Jesús, junto a la tumba de Lázaro, oró: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre». Necesitamos esta certeza: el Padre nos escucha y viene en nuestra ayuda. El amor de Dios derramado en nuestros corazones nos permite afirmar que, cuando se ama, nada ni nadie nos apartará de las personas que hemos amado. (Francisco, Vigilia Oración Jubileo Misericordia 5 mayo 2016